martes, 6 de abril de 2010

El tallercito mágico de mi padre

El tallercito mágico de mi padre


Mi papá era inventor, pero no solo en el sentido en que lo eran todos los cubanos, que vivían del invento, mi padre inventaba cosas, buscaba soluciones y arreglaba todo lo que hiciera falta. Había hecho un tallercito en una habitación de mi casa y cada vez crecía mas y necesitaba mas espacio, pues allí lo mismo arreglaba una batidora vieja, que inventaba un dispositivo que el llamaba Búster y con el cual podíamos ver la televisión de Mexico y la de los EE.UU.


Intercambiaba piezas entre unos cuantos televisores viejos hasta que funcionaban todos, hacia súper-ventiladores con los motores de las lavadoras, arreglaba también cámaras fotográficas, el proyector del cine Fausto, la maquina cortapelos del barbero... Era el que cortaba con cuidado los anillos o alianzas esos que se atascan en los dedos de la gente, y otras muchas cosas que ya les contaré, pero sobretodo recuerdo la infinidad de cajas con cosas que tenia para todo ello : guardaba, clavos, tornillos, muelles, fosforeras viejas.


Todo esto le servia para luego componer otras cosas, eran como las piezas de repuesto de la vida.Entre ellas había un montón de cajas llenas de espejuelos y gafas viejas, y cuando a algún vecino se le rompía la pata de las suyas, venia a mi padre y el le ponía otra lo mas parecida posible. Llegaba a componer armaduras completa a medida, tu solo tenias que traerle los cristales graduados de las rotas.


También tenia cajas llenas de dentaduras postizas que yo ni quise ni quiero saber donde las conseguía, si alguien rompía la suya mi padre se la pegaba, si se había roto alguno de los dientes o muelas , el le ponía otro y siempre lo mas parecido posible en color y tamaño, pues los pulia, o tallaba y hasta los teñía para que fueran iguales los compañeros.


Una vez le dije que me hiciera una para mi, pero con los dientes afilados , así como de vampiro y el me mando a cepillarme los míos y me dijo que con eso no se jugaba, así que yo espere que saliera del taller y me puse manos a la obra. Primero escogí una prótesis superior que debió pertenecer a un gigante, pues casi no me cabía en la boca, luego con la lija de la pulidora le afile cada uno de los dientes dejándolos muy puntiagudos y con un aspecto terrorífico, me los puse sobre los míos y salí a la calle.Ya se que hoy en día venden estas cosas en las tiendas de bromas pero en aquella Habana de cuando yo tenia ocho años no había nada de eso, además yo era un niño raro, de un color verdi-blanquecino, con un poco de ojeras y el pelo muy negro. Se notaban todas las venas de cuerpo y cara como si fuera transparente, además vestía unas ropitas Dickenianas que parecía salido de una película de Tim Burton( una maestra muy mala que tuve me decía que parecía un ahogado, la muy cabrona).

La cosa es que me fui al solar de al lado y me dio por asomar la cabeza en casa de Vilma,la espiritista. Ella en ese momento estaba consultando a sus espíritus acerca de las desdichas de un matrimonio de infelices que, desesperados, estaban dispuestos a pagarle por aquellas invocaciones. En la puerta solo había una sabana mugrienta que hacia las veces de cortina y tenia unos agujeros enormes. Por uno de esos asome yo mi siniestra cabecita de niño muerto con dientes enormes, provocando un ataque de pánico a todos . Fue como un susto explosivo, el tipo salio volando por un ventanuco tan estrecho que no cabía ni una mano, se escurrió como un lagarto dejando los pantalones y los zapatos dentro del cuartucho. La pobre mujer se cayo de espaldas del taburete que la sostenía, todavía recuerdo la planta de sus flacos pies con una chancleta colgando del dedo gordo. Pero, para chancleta, la que me estampo en toda la cara Vilma la bruja, pues esta tardo muy poco en recomponerse del susto, ya que nadie mejor que un espiritista para no creer en apariciones del mas allá.


II Parte

Volvamos a los inventos e innovaciones de mi padre. Allí en el tallercito se hacían increíbles transformaciones, aliaciones e híbridos ente distintos aparatos que mi padre mezclaba entre si como bombas de agua hechas con motores de motos , una nevera hecha de laton, una bicicleta dinamo que producía electricidad para oír la radio, un gramófono con amplificador, antenas con bandejas, o una maquina de tatuar con el motor de un avioncito de aeromodelismo que era ingeniosa pero vibraba tanto que te hacia los tatuajes que le daba la gana a ella. Tenia alambiques para producir aguardiente, restauraba cuadros o pelucas, y hacia sombreros y gorras con esas pelotas de playa que se inflan.Nunca entendí bien porque hacia cucharas y tenedores con las laminas de aluminio que los ciclones arrancaban a los tejados y dejaban en la puerta de casa, si luego hacia pendientes, anillos, prendedores y otras joyas con nuestra cubertería.

Con soga de enequén hacia alpargatas y las vecinas,cuando estas no daban mas, las traían para cambiar por unos estropajos en forma de nido que el conseguía deshilachando las mismas alpargatas.


Mi padre era un hombre del Renacimiento, era el DaVinci del barrio de Colón, pero a veces se ponía un poco escatológico el asunto, como cuando le arreglaba la prótesis de madera que llevaba como pierna Moisés el cojo. Este pobre hombre se estaba encogiendo con los años y de vez en cuando, mi papá le recortaba un poco la pierna y le daba una manito de lija. Ese día se le alumbro la bombilla y le dijo :

    - ¿Sabes, Moisés? Yo siempre me he preguntado por que si en este país hay un montón de negros y mulatos como tu, las piernas y brazos ortopédicos son siempre blancos, habráse visto cosa mas fea y chapucera que esa.

Y a continuación preparo un barniz con tinta de zapatos y le dio un tono mucho mas creíble a esta. Moisés se puso súper alegre y salio corriendo a enseñarsela a todo el mundo.


Al cabo de unos dias empezaron a aparecer por casa decenas de negros y mulatos cojos o mancos para que les tiñera sus prótesis. Papá preparaba diferentes tonalidades que abarcaban todo el espectro etnico de la isla, tenia un montón de frascos etiquetados que decían…Mulato cobrizo, Jabao Amarillo, mulato chocolate, negro totí, y esas eran solo la tonalidad de base pues a partir de ahí personalizaba el color con mucho esmero y respeto.


Pronto amplio el negocio con la reparacion de ojos de cristal, si bien al principio eran canicas y bolas de cristal con la pupilas de aquellas muñecas grandotas que abrían y cerraban los ojos. Luego dio con la forma de hacer una resina y moldes. Mi madre no estaba muy contenta con aquello, sobretodo porque como había que esperar para que se secaran (tanto los brazos,piernas, u ojos).

Muchos se iban con unas muletas que mi padre fabrico para eso y dejaban su allí su extremidad, o lo que fuera y aquello parecía el deposito de ofrendas de la Ermita del Leprosario de San Lázaro.


Ese taller era mi lugar favorito, para mi era un paraíso gótico, un lugar mágico y distinto donde yo jugaba con las cosas mas extrañas jamás vistas. Mis amigos me adoraban, mis enemigos me temian, pues sabían que yo tenia arcabuces de tuberías, escopetas de pesca submarina hechas con un paraguas, tirapiedras con mirilla telescópica, y hasta una catapulta para tirar cagadas de perro.


Pronto encontré la forma de sacarle dinero a aquello y organizaba visitas guiadas para los niños y niñas del barrio, que pagaban un medio (5 c) para ver todas aquellas cosas. Teníamos proyectores de diapositivas, miles de fosforeras, radios y telefónos rotos, herraduras oxidadas, y muchas vírgenes y santos de diferentes materiales que restaurábamos. Hasta animales disecados, pues como taxidermista mi padre no era muy bueno y casi siempre los clientes no querían pagar y llevarse el gato. Y es que no lo reconocían, mi papá mas que disecarlos, los momificaba.


Una tarde, paso lo que tenia que pasar. Mi pobre madre estaba poniendo un poco de orden en todo ese caos, se cayo una pequeña dentadura de tiburón que había en la pared y le mordió a mi madre en el hombro. Asi que ella, con razón, se puso histérica y empezó a tirar por la ventana ante la asombrada mirada de los transeúntes un montón de patas de palo, manos, dientes, ojos y cuanto miembro u objeto encontrara a su paso.

2 comentarios:

  1. DEMASIADO BUENO, CASI ME VOMITO RIENDOME

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  2. Daniel tu siempre has sido igual. Me recuerdo cuando nos reuniamos en las noches en el parque de la entrada del tunel de la habana, con un monton amigos, entre ellos el difunto ilkra y robertico, te ponias a contar historias de terror, nos divertiamos tanto. Esta muy bueno, de veras.

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