jueves, 25 de marzo de 2010

LA MEMORIA

Creo que me estoy poniendo un poco viejo, o que la chispa de tren y priones del picadillo texturizado me están pasando factura. Posiblemente sea una encefalopatía espongiforme lo que me hace perder la memoria y no la marihuana, pero seria paradójico triste e injusto que yo, que antes de salir de cuba comí carne de vaca tres veces (y una de ellas no estoy muy seguro si era eso), me vaya a coger el mal de la vacas locas, yo podría tener el mal del chícharo loco o la encefaloboniatítis hueviforme, pero lo otro no creo.

La cosa es que se me están olvidando las cosas cubanas , las direcciones, las calles , y muchas cosas que antes cerraba los ojos y las veía. Ahora, cuando cierro los ojos y trato de visualizar algo, lo único que veo, recuerdo y además perfectamente, con una dosis de realismo que parece que estoy ahí …son los apagones.

A mi me gustaba mucho Pablo Rodríguez y Silvio Milanes, con el tiempo los he dejado de escuchar y a veces me sorprende que después de hacerlo hayan sacado mas de veinte discos, ¿se puede exprimir tanto la Nueva Trova? Habrán evolucionado hacia la post-trova o el reggaeton de autor, no se, la verdad, estoy un poco despistado de estas cosas.

Recuerdo cuando iba casi todos los días a Coppelia a tomar el sol, o a tomar clases de jineterismo e ingles para buscavidas, cualquier cosa menos helados, pues yo en esa etapa fumaba populares y no había para las dos cosas. De todas formas les digo, como no faltaría mas, que eran los mejores helados del mundo, como los zapatos Amadeos eran los mejores el mundo también, sobretodo para quien no había probado otros. Luego he preguntado por ellos en varias zapaterías de varios países y los dependientes me dicen : “No, esos Amadeos no los conozco yo , pero tengo unos que también amarán sus deos , ¿se los prueba?”. Ya no me acuerdo ni para donde iban las guaguas, creo que todas iban para la terminal, pues era subirme y se rompían a los cien metros.

Me acuerdo que a mi tío lo mató un cocodrilo en la ciénaga de Colón y lo enterraron en el cementerio de Zapata. En esos tiempos, yo ya había ido a la Universidad (varias veces además) y en lo alto de la escalinata se veía una estatua así, como medio romana ,de una mujer sentada (se parecía mucho a mi novia Ibis). Creo que se llamaba el Almanaque o algo así, al lado estaba el Hospital “Que listo García” y ya me pierdo.

Yo es que era del barrio de Colon (o eso era el cementerio?, ¿la ciénaga…?)esto era al lado del Prado, que era un parque muy largo que dividía La Habana vieja de Centro Habana y vaya redundancia… Por el Prado, si tirabas para arriba, te encontrabas el Parque Central con la estatua de nuestro apostolillo y un montón de viejitas sobremaquilladas que bailaban Danzón los domingos y alguna se moría del sofoco de estos ritmos modernos y el capitolio al lado. Si cogías hacia abajo, ibas a parar al malecón, pero si seguías mas allá ibas a parar a Miami.

Al capitolio lo llamaban tambien la academia de Chencha , creo! Allí había una estatua que estaba bajo el techo más grande del mundo, o de América Latina no me acuerdo bien.

A mi me gustaba mucho el Vedado, aquello era otra cosa… hasta los charcos de aguas albañales de allí olían mejor. Yo siempre quise ser del Vedado. Un día, jineteando, una extranjera me dijo ¿y tu de donde eres? y yo tan orondo le dije ..Yo…del Vedado, a lo que ella respondió _pues será por eso que no te han cazado aun,… cara de bicho.

Allí, en el Vedado, habia vivido la clase mas burguesa, así como la Habana Vieja Alojaba en el siglo XVIII a la oligarquía habanera (quien lo diría). En el Vedado vivieron las nuevas clases media y alta del siglo XX. Allí las casas, cuando yo era niño, tenían techo y todo y los baños eran particulares, hasta mas de uno en algunas casas , no como el baño común típico de las cuarterías de otros barrios hay que repartir tickets para que al ir a cagar al día siguiente no te quedes fuera. Algunos de estos cuartos de baño del Vedado tenían hasta una soguita o cadenita inclusive para tirar después de hacer caca y el mojón desaparecía en medio de un remolino como por arte de magia, ni había que echarle una lata llena de agua desde lo alto, ni había uno de esos horribles palos “para matarlos” decían. Esos palos eran muy útiles también para ahuyentar a los ladrones, no tenias que usarlos ni nada, cero violencia, lo sacabas y lo señalabas con él y el caco salía corriendo y pidiendo piedad pues sabia que si le arreabas un pingazo con ese palo en toda la espalda la peste a mierda se le metía debajo de la piel para siempre y ya quedaba marcado de por vida, como un tatuaje de mal olor.

En el Vedado todo funcionaba, las casas tenían puertas y ventanas y algunas cerraban y todo, y hasta unos travesaños para atrancarlas bien durante los carnavales , pues toda la Habana se metía en el Vedado durante los carnavales y la gente entraba a utilizar el baño y a beber agua sin permiso. Un día fui a casa de una señora muy fina que como había caído un poco en desgracia desde que la chusma tomo el poder como decía ella, pues se dedicaba a coser para la calle, tenia una maquina de coser de marca Singer que cuando ella pedaleaba arrancaba también un dinamo y generaba la electricidad suficiente para toda la casa, entonces ella señalaba con el mentón (ese gesto tan criollo) la preciosa lámpara de cristalitos que había entre las dos grietas del techo , era bellísima la verdad y le hacia juego con los pendientes que llevaba, con los botones que ponía, con la piedra que tenia en el anillo, con los ojos del osito de trapo que había sobre el sofá, que pena que ya en la lámpara quedaran tan pocos, pero ahí estaban reluciendo y tratando de destellar entre las cagadas de moscas y las telarañas,. Ella me dijo que era una lámpara “de lagrimas”, de lagrimas..pensé yo, de lagrimas esta el bombillo remendado de mi casa, que para que alumbrara mas había que darle pequeños toquecitos con la escoba. De todas formas esas casas del Vedado eran puro lujo y elegancia al lado de las demás. Envejecían mas elegantemente, eran como Rosita Fornés al lado de Juana Bacallao, hasta las humedades de techos y paredes parecían esconder bellos frescos o imagenes sagradas, tipo las caras de Belmez, o esas imagenes marianas o esfinges de Cristo que algunos beatos o ex - pecadores dicen ver en algunos sitios. La verdad es que si alguien quisiera ver vírgenes y cristos en las manchas de los techos y paredes de Cuba se iba a coger una paranoia de cuidado o saldría gritando “No me salgas por todos lados, Señor mío”. Quizás por lo tropical y poco común de mi país, yo solo veía en ellas héroes de la patria, o comida, había una en mi casa que estaba entre la que se parecía a Máximo Gómez y la del Che que parecía un bistec. Yo ya no quería ni mirar para allá pues me provocaba un hambre muy peligrosa asi que termine tapándola con un afiche del yate Granma que me quedo un poco inclinado , y parecía que se estaba hundiendo por la popa. Mi abuelo, que no dejaba escapar una, decía cada vez que lo miraba : “ Cojones .. ¡y que le haya tenido que pasar eso al Titanic y no a este!”

La cosa es que se me confunden los recuerdos. Quiero recordar algo de, por ejemplo Luyanó o Lawton, cierro los ojos y no veo nada, nada de nada , en fin como en la vida misma, allí no queda nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario